Elena Vallejo ha trabajado 19 años en el Hogar Residencia Benlloch
"En principio entré para una suplencia de 4 meses y al final he estado 19 años. Manuel Palou, antes gerente y ahora presidente de Viver de Bell-lloc, me dijo: si todo va bien, te jubilaràs aquí. Y así ha sido. "
Elena Vallejo ha estado trabajando como educadora del Hogar Residencia Benlloch durante 19 años. Ahora se ha jubilado; pero tantos años han dejado muchas vivencias y aprendizajes que nos cuenta en esta entrevista:
Cómo explicarías la tarea de educadora en un hogar residencia para personas con discapacidad intelectual?
Los tienes que preparar para la vida, para que puedan hacer su propia vida de la manera más autónoma posible y ser libres. Muchos de los que empezaron conmigo en el hogar, ahora viven en su piso.
Una historia que recuerdo mucho es una vez que pedí a un chico que había entrado recientemente que barriera el comedor. Yo estaba en el despacho haciendo cosas y al salir, el chico todavía estaba allí plantado con la escoba y al preguntarle por qué no lo había hecho, me dijo que no sabía, nunca lo había hecho. Y ahora incluso lleva su propia contabilidad.
Y en todos estos años enseñando, tú qué crees que has aprendido?
Primero he aprendido a tener mucha paciencia. También me ha servido para ver que no todo en la vida es fácil, y en mi caso, veía que aunque yo no haber tenido una infancia nada fácil, había tenido una familia, lo que muchos de ellos no tenían. Te hace valorar más lo que tienes, y creces como persona. También me ha influido en la educación que he dado a mis hijos. Me llevo muchos valores.
¿Qué huella crees que has dejado a Viver de Bell-lloc?
Yo creo que esto lo dirán mejor los otros; pero estoy contenta del equipo que conseguimos tener en el hogar. Todos íbamos a la una y funcionábamos como un buen engranaje. Sí que es verdad que yo tenía mucho empuje e iniciativa, y les daba mucha seguridad. Pero lo que más ilusión me hace es que no ha sido una más que ha pasado por allí, sino que les dejó un buen recuerdo y lo que les he aportado les ha servido. Aún cuando me ven ilusionan e incluso alguno me contacta a veces.
¿Cuál es ese recuerdo que te viene inmediatamente a la cabeza cuando piensas en el Hogar Benlloch?
Uff, son todos. Desde las pirulas de Anna, las horas pasadas a los médicos, ir a hacer la compra, el tiempo que estuvimos en Vilanova, los viajes y salidas. Todos son muy buenos, incluso los que en el momento no lo fueron tanto. Recuerdo mucho la muerte de Carlos Luque, con quien había compartido tantos momentos y que me marcó mucho. Antes los sábados comíamos todos juntos en casa Luisa Oller y él venía siempre y después hacíamos alguna actividad.
Qué es para ti Viver de Bell-lloc?
Independientemente de que yo haya trabajado o no, es una entidad que realmente ayuda a las personas e intenta que todas seamos iguales. Seguramente yo hay cosas que haría diferente, y otros que me parecen genial. Pero aquí se dan oportunidades a personas que son rechazadas por la sociedad y se consiguen muchas cosas.
Ahora el Vivero sigue, qué deseo tienes para su futuro?
Que sea autosuficiente, nada más. Que su tarea no dependa de subvenciones y donaciones.
¿Qué crees que falta en este sector?
Faltan oportunidades y romper el tabú y los estereotipos que todavía hay. Aunque se les etiqueta de "tontos" y es mentira; pueden hacer lo mismo e incluso con mejores resultados, pero quizás necesitan más tiempo. Cuántas veces me han ayudado ellos a mí ...