Llegamos al último mes del año, un año extraño y que nos ha hecho crecer ante situaciones no previstas ni por el más previsor. Miremos nuestros planes, objetivos y estrategias para el 2020 y algunos / as están tatxats o menos, omitidos.
Desgraciadamente, la RSC, suele estar al final de la lista, junto con aquellos otros objetivos más ambiciosos, como una cumbre de excelencia que no siempre logramos.
Es hora de analizar, rehacer, e incorporar todo lo aprendido este año. Ser críticos pero también saber felicitarnos por haber superado situaciones difíciles. En mi caso particular, he constatado que la RSC no es un complemento sino una estrategia más. No debe ser un punto en nuestra lista, sino formar parte de nuestra estructura desde la esencia.
Gracias a nuevos contactos, empresas, entidades, y las personas que hay detrás compruebo una vez más que los nuevos caminos están destinados para los innovadores y valientes / as que saben que el crecimiento surge desde dentro, desde nuestra ética, los nuestros valores, y que esto se denota en cada huella que hacemos; ya sea como clientes, como proveedores, como socios, y como compañeros.
Entender que, desde la elección de un alimento de proximidad, un regalo en una tienda de nuestro barrio, hasta elegir un nuevo proveedor para nuestra empresa; en cada elección estamos definiendo nuestra ruta y nuestra coherencia.
Si no sabemos por dónde empezar, podemos definir áreas de trabajo como: medio ambiente, trabajo, mercado y sociedad. Algunos ejemplos de prácticas de RSC en estas áreas serían: análisis del ciclo de vida y un sistema de gestión ambiental; criterios éticos para la igualdad de oportunidades; contratación y compras socialmente responsables y participación en acciones sociales desde el voluntariado corporativo u otros.
Deseo un nuevo año de nuevos retos, objetivos, y nuevas decisiones, y mucha fuerza en cada paso!
Montse Vallverdú - Responsable del área comercial
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